En búsqueda de sentido
“¡Tarde te amé!...
Y tú estabas
dentro de mí y yo afuera,
y así por fuera
te buscaba…
… sobre estas
cosas hermosas que tú creaste.
Tú estabas
conmigo, mas yo no estaba contigo…
y ahora siento
hambre y sed de ti, Dios.”
San Agustín
Resulta interesante comenzar de esta
manera este artículo, pero así como San Agustín descubrió el Amor (descubrió a Dios)
“tarde” en su vida, sucede que muchas cosas bellas llegan a nuestras manos en etapas
que menos esperábamos. La realidad es que las cosas llegan justo en el momento
de Dios y no en el nuestro, en ese instante en que sabremos valorarlas o
estamos capacitados para recibirlas. Cuando renunciamos a nuestros planes y nos
abrimos a la novedad de los “imprevistos”. Cuando dejamos de calcular y
proyectar el futuro y damos paso a lo que tiene que decirnos la realidad que
nos rodea.
En más de
una ocasión he escuchado decir a mis clientes que les gustaría tener la energía
y el vigor de su juventud, pero con la experiencia y sabiduría que posee hoy. Esto
es expresado con cierto aire de melancolía, como si la vida se le hubiera ido
muy aprisa o solo los años mozos fueran los verdaderamente productivos. Lo
cierto es que las cosas bellas llegarán siempre, cada etapa de nuestras vidas,
si es bien vivida, puede ayudarnos a ser mejores personas, a crecer a madurar. Lo
que hoy tienes es las manos, la belleza que descubres en ello es porque llegó
en el momento justo, en el momento en que estabas preparado para recibirlo.
Ahora te corresponde conservarlo o incluso hacer que fructifique. Cada etapa,
cada momento encierra un misterio que todos estamos llamados a descubrir. Este
proceso es llamado por Vicktor Frank como la búsqueda de sentido.
Los teóricos
humanistas establecen que el ser humano es libre, responsable, capaz de
auto-determinarse e incluso de trascender. Esto significa que cada uno tiene la
capacidad de escoger aquello que desea ser en determinado momento de su vida.
Esa elección le lleva a descubrirse a sí mismo, a descubrir lo que le apasiona
y una vez realizado, se llega a experimentar tal gratificación por todo lo que
se siente capaz de ser o hacer que no tiene necesidad de otras gratificaciones.
Esas escogidas determinan lo que somos, pero no se cierran en nosotros. Esas
escogidas nos permiten miran alrededor para darnos cuenta de que no estamos
solos en el mundo, incluso nos llevan a descubrir a Dios presente en nuestra
historia. Aquello que estamos llamados a ser o hacer ya ha sido puesto en el
corazón desde siempre, solo que algunos nos toma un poco más de tiempo
descubrirlo.
A cada uno le corresponde asumir la responsabilidad de desarrollar ese
potencial que llevamos dentro, lo que nos hace únicos, irrepetibles y
especiales. Descubrir el talento y potenciarlo, para luego ofrecerlo a otros
con gratuidad. Solo desde la realización de aquello que somos, de lo que
estamos llamados a seremos felices. Y solo desde la felicidad experimentaremos
la libertad de ser nosotros mismos y de donarnos a los demás, seremos capaces
de amar. Sentirnos realizados nos da plenitud y esta puede alcanzarse a través
de las diversas etapas de vida.
Cuantas cosas parece que llegan tarde, pero no es así. Llegan cuando tenían
que llegar. Nuestro trabajo como consejeros es precisamente ayudar a nuestros
clientes a descubrir y potenciar esos talentos que les permitan auto realizarse.
Animarlos a tener el coraje de tomar decisiones basadas en sus propios valores
y criterios y ofrecerles orientación sobre las alternativas que tienen a
disposición para cada uno de sus problemas. En el ejercicio de mi profesión
como Consejera he aprendido a encontrarle sentido a mi propia existencia que es
la de escuchar las historias y experiencias de mis clientes para servirles de
espejo en la búsqueda de su propio ser.
“¡Tarde
te amé!... Tú estabas conmigo,…
y ahora siento
hambre y sed de ti, Dios mío.”
Santa Sánchez Rivera, Consejera Profesional Licenciada
Finalmente encontré el camino hacia lo que me apasiona: escribir!!!!
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