La Consejería Profesional no es Psicoterapia y se
diferencia de ella en que no tiene un enfoque clínico, pues su fin no es curar
una patología sino crear salud y desarrollar el potencial humano (Sánchez
Bodas, 2005)[1].
Un(a) consejero(a) acompaña profesionalmente a personas o grupos en situaciones
de crisis que envuelven cambios vitales, duelos, crisis familiares y de pareja,
diagnósticos de enfermedades, elecciones vocacionales, problemas laborales,
necesidades personales o espirituales que no requieren psicoterapia. Provee
orientación y guía para tomar decisiones y resolver algún problema o conflicto
que limita su proceso vital.
Según
Sánchez Bodas (2005) las funciones de un consejero son: a) acompañar
emocionalmente a cliente, b) ofrecerle asesoría, c) promover acciones que
mejoren su calidad de vida, d) asistir en los procesos de cambio y toma de
decisiones, e) facilitar la transformación y el despliegue de las
potencialidades de cliente. Las decisiones o resoluciones que toman los
clientes deben favorecer su desarrollo y potenciar su capacidad creativa.
Cada
consejero, en su proceso de formación y/o a través de la experiencia va
adquiriendo un dominio sobre las técnicas, métodos y enfoques psicológicos que
sean más adaptos a las necesidades del cliente o en los cuales obtiene
resultados más efectivos. Las tres principales escuelas psicológicas sobre las
que derivan diversas teorías son: a) el psicoanálisis, b) el conductismo, c) y
el humanismo.
La
postura del enfoque humanista es que el ser humano es libre de elegir y decidir
sobre su propia vida. Esta libertad presupone que la persona asuma
responsabilidad por las decisiones que toma y las conductas que realiza. El
existencialismo postula que cada experiencia es personal y por tanto tiene un
significado diferente para cada persona. Una misma experiencia puede ser vivida
como un drama para cierto tipo de personas y para otras como una experiencia de
crecimiento. Todo depende directamente de la forma en como es asumida,
confrontada e integrada.
Los
principios básicos del modelo humanista existencial se resumen en los
siguientes:[2]
1.
Autonomía
y responsabilidad personal. La persona es capaz de tomar sus propias decisiones
y asumir responsabilidad de ellas.
2.
Autorrealización
y trascendencia. La persona es capaz de crecer y realizase a partir de las
experiencias de vida. Está llamada a alcanzar niveles de integración más
evolucionados e integradores.
3.
Búsqueda
de sentido. El ser humano está orientado hacia unas metas que orientan su
personalidad o construcción del yo. Lo que hace tiene un propósito y está
regido por valores vitales.
4.
Originalidad.
Cada persona es única, irrepetible, especial y por consiguiente vive las
experiencias de vida de una forma única. La creatividad y la espontaneidad son
valores fundamentales en ella.
5.
Globalidad
y totalidad del ser. El equilibrio psicológico se logra cuando se integra y
valoriza lo racional con lo emocional, lo intuitivo, lo contemplativo y lo
corporal de la persona. El cuerpo es fuente de información sobre lo que somos,
sentimos y hacemos y es el medio de expresión de nuestros pensamientos e
intenciones.
Los
procesos de consejería que siguen el modelo humanista existencial buscan
recuperar la dignidad de la persona humana valorando sus emociones, relaciones,
sueños, potencialidades, espiritualidad, religiosidad, libertad y
responsabilidad personal. Recalca la importancia de una visión integral de la
persona, su carácter único, el sentido de vida, los valores y motivaciones
personales, los vínculos y relaciones con otros.
Algunas
posibles situaciones donde el enfoque humanista existencial puede actuar sería:
a) problemas personales: alcoholismo u otras adicciones, desórdenes
alimentarios, traumas, depresión, sexualidad, identidad, elección
ocupacional-vocacional; b) problemas relacionales: familiares, de pareja,
duelo, pérdidas, timidez, inseguridad,
habilidades sociales; c) problemas laborales: estrés, ansiedad, frustración,
trabajo en equipo, trabajo con personas difíciles; d) crecimiento personal:
autoestima, apoderamiento, confianza, espiritualidad y otras necesidades
personales.
[1] Sánchez Bodas, A. (2005). El counseling en Argentina, recuperado
el 12 de mayo de 2016 desde la dirección electrónica http://sanchezbodas.zoomblog.com/.
[2] American
Association of Humanistic Psychology (1961)